viernes, 7 de noviembre de 2014

Numidia en ruinas




De no haber sido por una mujer extraordinaria, Nadra, jamás hubiera conocido la obra compulsiva, arrebatadora y dispersa del malogrado José Eulogio Rodrigo Ruiz (Melilla, 1949).
Me condujo al pequeño cuarto que durante varios meses había ocupado José Eulogio, en una vieja misión franciscana, ya semiderruida, y en la que, según ella, se habían amado con la intensidad y el dolor que provocan las relaciones clandestinas, marcadas desde el inicio por la certeza de su propia imposibilidad.
La obra de José Eulogio estaba apilada en estanterías de mimbre que recubrían la única pared útil: cientos de folios de letra apretada que el polvo y la humedad habían hecho envejecer prematuramente. Junto a ellos una abundante cartografía con marcas de itinerarios hechos o proyectados, una pequeña colección de fotos en blanco y negro que mostraban vistas de las ruinas, una buena montaña de libros manoseados, multitud de fichas de historia, etnografía, literatura árabe y bereber, una pobre maleta con efectos personales y una magnífica brújula que no le acompañó en su fatídico último viaje. Era todo. Nada que permitiera ponerme en contacto con amigos o familiares a los que poder entregar lo que Nadra consideraba un auténtico tesoro.
Ella me señaló el último trabajo. Una abultada carpeta tenía rotulado en negro: “Mi corazón es un paisaje lleno de ruinas”.
Parece tratarse de un largo poemario inacabado, en el que a sonetos casi perfectos siguen versos sueltos, ripios vulgares o innumerables citas de los más diversos autores. El plan del poemario está concebido como un diálogo bronco y duro entre un emperador romano, nacido en África, Septimio Severo, y un viajero no identificado, presumiblemente el propio J. E. Rodrigo Ruiz. En el diálogo imaginario, el emperador lamenta su destino de estatua expuesta, evalúa la presencia imperial en África, hace alegatos apasionados sobre los bereberes sometidos y sus constantes rebeliones, trata, en fin, de seducir al viajero para compartir un destino de imperio sólo tolerable desde la premonición de su ruina.
El interés antropológico y el compromiso político se entremezclan, en la obra de J. Eulogio, con una evidente fascinación por el monumental legado que la antigüedad clásica ha esparcido por la geografía norteafricana. Una suerte de choque de culturas, de enfrentamiento entre la razón de los bárbaros y la pasión del imperio, palpita en los desiguales poemas de José Eulogio hasta hacernos sentir que ese enfrentamiento aún no ha acabado.
Sus apuntes, y en especial este poemario, cuyo subtítulo –Numidia en ruinas- me he permitido utilizar en este trabajo, han sido causa de mis viajes por el extremo sur del antiguo “limes”, y provocaron en mí el deseo de apropiarme, por medio de imágenes, de alguna de las voces que cruzaron las enormes estepas de Numidia.


Arturo Lorenzo. Birkhadem, Argelia, otoño de 1989







GALERÍA


"Ya el que los pintores del S. XVII, y precisamente los más nacionalistas –los holandeses-, utilizaran casi exclusivamente ruinas clásicas, demuestra que estaba en juego un determinado momento histórico, pues todo lo romano se consideraba entonces como símbolo de la mayor grandeza y el mayor poder terrenal. Las ruinas sólo habían de traer a la conciencia del que las contemplaba el contraste auténticamente barroco entre la grandeza de antaño y la degradación del presente. Lo que de aquí se desprende es el pesar por la profunda decadencia y, al tiempo, el deseo de que se hubiese mantenido lo pasado; es como un voluptuoso revolcarse en el dolor, lo que constituye el valor estético de la emoción barroca... " 
Alois Riegl



SEPTIMO SEVERO (145-211)


"Mármol mi alma, mis venas mármol" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

Retrato en mármol, S. III. Museo de Djemila, Argelia.
Procede del templo dedicado a la familia 
de los Severos en el foro nuevo de la ciudad.


            














Nacido en Leptis Magna es el primero de los emperadores africanos. Apoyado por sus tropas del Danubio y tras sangrienta guerra civil se hizo con el poder. Sus reformas favorecieron al pueblo del que se nutría el ejército. No fue un tirano, sino el fundador de una monarquía militar hereditaria. Herodiano odiaba su mente militar y burocrática y por ello afirma que enriqueció a los soldados y se olvidó de lo demás.




JULIA DOMNA

"Lluvias de ojos mortales me han deshecho" Francisco de Quevedo.

Retrato en mármol, S. III. 
Museo de Djamila, Argelia.
Acompañaba al retrato del 
emperador en el templo de la ciudad. 


            











 

Hija de Julio Basiano, sacerdote del Sol en Emesa, inauguró un auténtico matriarcado que caracterizó la corte de los Severos.
Inteligente, culta, sensible y sensual, creó en torno suyo un círculo de intelectuales que no supieron ahorrarle el trágico destino que le esperaba: su hijo Caracalla ordenó el asesinato de su hermano Geta que “fue herido mortalmente y expiró derramando su sangre sobre el pecho de su madre”. Tras una expedición vergonzosa contra los persas, Macrino, prefecto del Pretorio, ordenó el asesinato del joven emperador. Julio Marcial lo ejecutó cerca del templo de la diosa Sin, en Mesopotamia, mientras defecaba. Al recibir las cenizas de su hijo, la ex emperatriz se suicidó.
Su peluca ondulado y abundante marcó la moda del peinado cortesano en los comienzos del S. III.



TORSO JÚPITER

"¡A quién mentir con estos labios
de los que el tiempo borró el azar!" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

Estatua en mármol. S. II.
Termas capitolinas. Djamila, Argelia.


            













Procede del Capitolio. Era el edificio más notable de la ciudad vieja. Situado en el espolón calcáreo sobre el que se asentaba la antigua Cuicul, entre los wadis Guergour y Betama, dominaba la urbe. Severo, como buen africano, era devoto de la magia y de las artes adivinatorias. Dión Casio describe muchos de sus sueños. Herodiano, más objetivo y enemigo de las reformas severianas, no puede por menos de relatarnos el sueño que le reveló cómo, tras la caída de Pértinax, el imperio le estaba reservado. No obstante, y tal vez a pesar de sus instintivas creencias, Septimio favoreció la difusión de la religión oficial capitolina, seguro de que significaba fomentar la unidad moral del imperio en un momento en el que la unidad comenzó a cotizarse como un bien en sí mismo.



EMPERADOR

"Era un paz frágil, dependiente y equívoca" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

Estatua en mármol. S. II. Museo de Djamila, Argelia.
















Obra en la tradición estatuaria helenística, suave e idealizada, como corresponde a la tradición antonina. Al fondo, mosaico procedente de una casa de la ciudad.
Djamila nació como un “castellum” defensivo en la Numidia occidental. 
Nerva la elevó a la categoría de ciudad y asentó en ella a sus veteranos, pero siempre conservó especiales relaciones con su antigua metrópoli: Cirta. Un rico paisaje cereal permitió la extensión de tierras de cultivo que, junto a la lejanía de la frontera bereber, supuso un rápido auge económico traducido en un constante embellecimiento de la ciudad durante los siglos II al IV.



JOVEN BACO

"Al otro lado seré una de las bajas" Félix Blanco.

Estatua en mármol. S. II.
Museo de Djamila, Argelia.



























En los primeros tiempos de la colonización africana, los ciudadanos ricos trataron de imitar las modas culturales de Roma y para ello fue necesario importar a los maestros artistas, que trajeron consigo el estilo helenístico que imperaba en la metrópoli. Incluso los reyes númidas, desde Massinissa a Juba II, favorecieron en gran medida la difusión del arte oriental, relegando a segundo plano la capacidad creadora de los artistas locales que sin embargo lograron con el tiempo hacerse con el mercado interno y dejarnos una muestra importante de su capacidad creador, especialmente en el mosaico.



ROTOS I

¡Qué milagro si sudan los limones 
sobre el mármol que corroen!" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

Fragmentos de estatuas y estelas. 
Museo de Djamila, Argelia. 
Al fondo, sobre el muro del museo, 
mosaico decorativo procedente 
del suelos de las termas de la ciudad.



















El traslado de los mosaicos desde su emplazamiento original al museo supuso en su momento una formidable discusión científica entre quienes sostenían la necesidad de preservarlos de las inclemencias y quienes consideraban un atentado cultural su traslado. En la mayoría de los yacimientos se optó por el traslado. Sólo Volúbilis, en Marruecos, conserva magníficos frescos en sus primitivos emplazamientos. En Djamila, el baptisterio cristiano del S. IV mantiene, a cubierto, su mosaico original.



ROTOS II


"Cautivas mis armas, mis hombres presos" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

Museo Tazaoult-Lambèse. Argelia















El más triste y bello museo de Norteáfrica es un pequeño patio a cielo abierto en Tazaoult, la antigua Lambaesis, en donde se hallaba acantonada la III legión.
Fragmentos apilados y revueltos aguardan pacientes una improbable catalogación.



PIE CICLÓPEO

"La igualdad jurídica de los ciudadanos (...)
no existió nunca..." C. Nicolet.

Procede de una estatua de un emperador,
presumiblemente del S. III.
Museo del Bardo, Túnez.
















La proximidad a la península italiana y el asentamiento de Cartago hicieron inevitablemente que el país, y por ende Noteáfrica, se inscribieran en la órbita romana, pero su inclusión en el Imperio es lenta y escalonada. Tras la destrucción de Cartago en el 146 se produce el primer asentamiento romano firme, aunque su extensión, la provincia Proconsular, no era superior a un tercio del actual Túnez. No será hasta las guerras civiles de César y Pompeyo cuando se produzca la primera organización territorial norteafricana (46 A. C.). Durante todo ese periodo los reyes númidas vivieron con una cierta independencia de Roma, o en un decidido estado de guerra, como fue el caso de Yugurtha.



PALOMA SCAUROS


"Soy escolta 
de esa pieza de Plauto
que celebra el susto de latín..." Félix Blanco.

Estatua en mármol
representando a la diosa Fortuna. S. II.
Museo de Timgad, Argelia.




























Timgad es una ciudad de nueva planta, sin asentamientos precedentes. Los arquitectos trazaron un campamento para veteranos que dio origen a la ciudad que más impecable ha conservado su estructura primitiva hasta nuestros días.
El museo de Timgad es rico en mosaicos. Una pequeña muestra de estatuas y sarcófagos adorna el patio. Sin embargo lo que más puede llamar la atención es una completa colección de estelas votivas y funerarias. Es en estas estelas donde mejor se observa el carácter de los artistas locales, lejos del estereotipo helenista del que la diosa es un buen ejemplo. Los artistas locales se mueven con los pequeños encargos y es en estas estelas donde nos van a dejar los rasgos de los bereberes romanizados y las huellas de su arte, más tosco, menos refinado, pero altamente expresivo.



NINFA

"Pero hay zonas del hombre enamoradas,
regiones ignotas, donde creces tú con los helechos..." Manuel Janeiro.

Busto en mármol. Probablemente S. II.
Museo de Timgad, Argelia.















Situada en el piedemonte norte del macizo del Orés, Trajano fundó una ciudad en la que concluían las rutas que enlazaban Cirta, al norte, Tebessa y Lanbaesis. Era la gran vía que ponía en relación el este romanizado con el oeste autóctono. Desde la militarizada Timgad se ejercía un control suficiente como para evitar los “raids” de las tribus bereberes que encontraban refugio en la fragosidad del macizo vecino, nunca sometido de forma permanente. Veinte siglos más tarde, en esas mismas montañas estallaría el movimiento de liberación argelino.



FUENTE

"Venari, ludere, lavari, ridere.
Occ est vivere" Lápida del foro de Timgad.

Estatua en mármol. S. II.
Museo de Timgad, Argelia.















Campos de cereal y montañas de bosques al Sur, propiciaron a la ciudad cuatro siglos de prosperidad ininterrumpida. La historiografía moderna se ha interesado por saber quiénes eran en realidad los opulentos moradores de las ciudades romanas de Norteáfrica, es decir, hasta qué punto la romanización fue un elemento constitutivo de la personalidad cultural del Magreb o simplemente una larga presencia de cultura y gentes ajenas que una vez desaparecidas no dejaron tras ellos más que ese impresionante cúmulo de ruinas que aún nos asombra. La respuesta no es fácil. Los bereberes se romanizaron como demuestran innumerables inscripciones con nombre locales. Pero también es cierto que, apartados del tráfico del Imperio, quisieron, en no menor medida, mantener una unidad cultural que se puede rastrear a lo largo de los siglos. En cualquier caso es evidente que el trabajo, el sudor y la sangre que costaron las ciudades arruinadas que hoy contemplamos, fue, básicamente, bereber.



NEPTUNO


"Los romanos colonizaban los dioses de los vencidos" Félix Blanco.

Estatua en mármol. S. II.
Teatro de Guelma, Argelia.

























Procede de las ruinas de Khemissa, una ciudad de origen bereber en el corazón de la antigua Numidia que sufrió una fuerte romanización dado su magnífico emplazamiento en tierras cerealícolas. Es necesario entender que la romanización está estrechamente ligada a la riqueza agrícola de la región, que nutría con sus excedentes a la siempre hambrienta Roma. Cuando en el S. V, de manera casi impremeditada, Genserico, el gran rey de los vándalos, se apoderó de Cartago e hizo efectivo su dominio, utilizó el trigo númida como arma de presión contra los decaídos emperadores.


ESTELA FUNERARIA 

"... No es que no pueda vivir sin ti
es que no puedo vivir sin mí" Manuel Janeiro.

Lápida del S. III.
Museo de Timgad, Argelia.

























La religiosidad popular norteafricana impregnada de ritos de carácter local relacionados con dioses de raíces protohistóricas y con el culto de la grandiosa Tanit, heredera de los fenicios y que perdurará hasta bien entrada la implantación del cristianismo. Los ritos funerarios están atestiguados desde tiempos prehistóricos. Tal vez por influencia egipcia se desarrollaron unos túmulos funerarios que en tiempos históricos dieron lugar a los conocidos como el Medracen, el gran túmulo de Massinissa, el de Juba II, o los “djedar” de la región de Tiaret, ya del S. VI, poco antes de la conquista árabe. De la época cristiana multitud de estelas recogen las creencias sobre el más allá. La mejor colección es la que se encuentra en el Museo de Timgad.



MUJER SERPIENTE


"El tiempo 
pasó por tu rostro,
detuvo tus ojos,
curvó tu cuerpo
la mano de un amante
te soñó serpiente.
No vio las caléndulas
que crecían en tu regazo" Elvira Méndez.

Pie de mostrador
en el mercado de Cosino. S. II.
Djamila, Argelia.


























El poder y la riqueza se traducían en obras públicas, en donaciones generosas a la ciudad, símbolo en el Imperio de la preeminencia cultural de los ciudadanos sobre cualquier otra condición. Primo y Máximo Cosino embellecieron la vieja Cuicul con un mercado de abastos junto al foro, incapaz de albergar el tráfico local. Una cúpula de madera coronaba el porche de ingreso. A continuación se abría un patio porticado con una fuente central. Bajo los pórticos, las tiendas con mostradores de piedra ricamente decorados. Una cámara interior el peso público para las grandes mercancías. Mercurio, dios del comercio, presidía.



ARCO CARACALLA 

"África, para los africanosMassinissa, Rey de Numidia.

Arco cuadrifronte del S.III.
Foro Nuevo. Djamila, Argelia.















El emperador gozó de gran fama entre sus paisanos, aunque el hijo de Septimio había nacido en Lyon (184). La dinastía severiana ahorró a las regiones de África gran parte de los sacrificios que impuso a la clase senatorial en otras. Los ciudadanos, agradecidos, levantaron monumentos a la primera familia africana que llegaba a la cima del Imperio. Mientras en otros extremos persas y germanos comenzaban a presionar el limes, África se mantuvo en calma hasta el reinado de Alejandro, el último de los severos. En torno al 235 el emperador transformó a los agricultores en soldados y entregó tierras a que eran capaces de defenderlas por sí solos sin necesidad de pedir ayuda la emperador. Eran los “limitanei”.

           

ARCO TRAJANO

"...deprisa basculamos dinteles
Y tambores con manos desceídas
Y erijimos un muro
más espeso que el viento
alrededor del foro teatro
y horadamos sólo una puerta
en que por turnos apostados
conociéremos..." Félix blanco.

S. III, Timgad. Argelia















El encuentro de una lápida en el momento de la excavación hizo atribuir este arco al emperador que fundó la ciudad. Por eso lleva su nombre. En realidad debió erigirse al comienzos del S. III, siguiendo las nuevas pautas marcadas por la moda inaugurada por la monarquía en los arcos cuadrifrontes de Septimio Severo y de los Plateros en Roma. El crecimiento de la ciudad durante los S. III y IV hizo que el arco que presidía la salida hacia Lambaesis quedara en el centro del casco urbano. Más al oeste se extendieron los barrios de los ricos comerciantes, y tras el arco de Constantino (313) los cristianos establecieron sus basílicas y cementerios.




ACANTO

"Sobre el mutilado pubis, el fingido vello" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

Capitel corintio.
Timgad, Argelia.
















La riqueza y el lujo desbordaron en una ciudad que no necesitó murallas para sobrevivir. La historiografía ha debatido sobre la belicosidad de las tribus bereberes y sus relaciones con el Imperio. El gran Massinissa, de prototipo del gran rey autóctono, no sabemos por qué causa, nombró ya albacea testamentario a Escipión Emiliano para intervenir en el reparto del reino entre sus hijos (148 A. C.) Yugurtha fue capaz de unir a diversos pueblos bereberes tratando de recuperar la grandeza perdida, pero su derrota a traición ante Mario (105 A. C.), sólo sirvió para hacer más dependientes de Roma a sus tierras y a sus hombres. La torpe intervención de Juba al lado de Pompeyo fue el golpe definitivo que puso a Numidia en manos del Imperio (46 A. C.).



SANTA CRISPINA

"...Oigo
los remos que trajeron
bajo el estruendo de un solo Dios a varios" Félix Blanco.

Basílica cristiana. Finales del S. IV.
Tebessa, Argelia.
Tres naves separadas por columnas adosadas a pilares, suelo cubierto de mosaicos, baptisterio, atrio... Es, sin duda, la basílica cristiana mejor conservada de África. En los tiempos difíciles del S. VI fue rodeada con una muralla y convertida en monasterio. El cristianismo tuvo un fuerte asentamiento en la región. Aunque la figura señera de S. Agustín preside estos primeros siglos del cristianismo, Tertuliano, Cipriano, Optato o Donato son figuras importantes de la época, aunque, bien es verdad, no siempre ortodoxas. África vivió intensamente la herejía Donatista. Aliada a la revuelta popular de los “circumcelliones” amenazó los cimientos imperiales. El santo de Hipona no tuvo miedo a la hora de escribir a cerca del “terror necesario” quera preciso emplear para sofocar las insurrecciones.



PLANTA 


"...lucen sus pies los pasos repetidos" Félix Blanco.

Basílica cristiana. Probablemente del S. IV.
Djamila, Argelia.















A la izquierda del “cardo maximus”, la fuerte pendiente hacia el wadi Guergour, ha hecho imposible la conservación del lado oeste de la ciudad. Sólo una primitiva basílica cristiana nos ha legado su planta. Tras la proclamación del edicto de Constantino, la numerosa comunidad cristiana construyó un barrio al sur, fuera del espolón sobre el que se asentaba la primitiva ciudad, y levanto una basílica y un baptisterio ricamente decorado. El triunfo de la ortodoxia cristiana frente a la herejía populista e igualitaria que había predicado Donato, fue celebrado por el obispo Cresconio en el S. V con la construcción de una catedral de cinco naves.




ARQUERÍA

"Tanto afán por tener un destino
Y tan pocas fuerzas para lograrlo" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

Basílica judiciaria. S. II.
Volúbilis, Marruecos.















Aunque fracasó en sus intentos de adentrarse en el Alto Atlas, el emperador Claudio realizó la anexión definitiva del norte marroquí que, aunque precaria siempre, se mantuvo dentro de la órbita romana hasta la crisis del S. III. Tánger era el punto estratégico para el control del estrecho y por eso obtuvo el título de capital de la provincia tingitana. Sin embargo, en el interior, no lejos de la actual Fez, Volúbilis alcanzó tal renombre por su riqueza que se repartió con Tánger la residencia de los procuradores. El barrio noroeste conserva en sus antiguos emplazamientos todos los mosaicos que embellecían las casas de los patricios. Al decaer el poder romano fue ocupada por bereberes cristianizados, hasta que desapareción con la fundación de Mouley Idriss.



TEMPLO DE LOS SEVEROS


"La prosperidad del África romana fue obra, 
en buena parte, del ejercito romano" Fergus Millar.

"El ejercito romano fue el instrumento por excelencia
de la colonización y de la dominación. Los bereberes,
a quienes habían arrebatado sus tierras fueron
rechazados hacia el desierto" Mahfoud Kaddache.

Templo dedicado a la dinastía africana. S. III.
Djamila, Argelia.


















Consagrado por la ciudad en el 229, dominaba el foro nuevo desde su plataforma de 5 m. de altura. Es una muestra del favor de que gozó esta parte del Imperio desde la coronación de Septimio Severo. “Era entusiasta y bien dotado para el gobierno y, acostumbrado a una vida dura y agitada, resistía fácilmente las fatigas. Era, además, perspicaz en la reflexión y rápido en la ejecución de sus proyectos. Pero su boca pronunciaba lo que no sentía su corazón”. Herodiano, como todos los aristócratas de su época, todo lo consideraban poco o malo si lo comparaban con el modelo ideal de príncipe que les brindó Marco Aurelio. La historia ha sido dura con Septimio y muchos le han considerado culpable de la posterior decadencia del Imperio.



COLUMNATA 


"El goce no empieza ni culmina
Aflora en medio de otro pasadizo" Félix Blanco.

Columnata corintia. S.III.
Templo de los Severos. Djamila, Argelia.





Dieciséis columnas de 4.15 m. de altura por 0.46 de diámetro constituyen el pórtico oeste del templo. Un muro sagrado lo rodeaba. Señala Herodiano que el emperador se vio constreñido a utilizar su persona y su dinastía como motivo religioso. Ulpiano, Paulo, Diógenes Laercio, Filóstrato, los intelectuales de la emperatriz Julia, trabajaron en el hermanamiento de la jurisprudencia romana con el sistema monárquico herodiano. Asociaron la religión imperial con la “domus divina” y aparecieron fórmulas inéditas de propaganda, sentando al emperador entre Hércules y Dionisos. De su dinastía, sólo Severo tuvo hijos. Difícil situación para una monarquía hereditaria.



COLUMNAS


"Con jirones de plomo de las nubes
Hago retahílas: doy pábulo
A la luz y a la basura
Soy cobarde..." Félix Blanco.

Foro. S. II. Timgad, Argelia.


















Explanado el montículo sobre el que se asienta el teatro se abrió el foro de más de 80 m. de lado. Todo él estaba rodeado de estatuas de emperadores y de inscripciones, muchas aún en el mismo emplazamiento, que evocaban a los ilustres benefactores de la ciudad, desde la fundación de Trajano hasta la época de Valente.

También la dinastía africana goza de emperadores. En una de ellas se puede ver cómo el nombre de Geta había sido borrado por su hermano Caracalla (damnatio memoriae) y cómo fue restituido tras la desaparición del “monstruo”. “Tan pronto como su padre hubo , tomó el poder e inmediatamente comenzó a llenar de muertes la casa del padre”, palabras con las que Herodiano inicia el relato de su reinado. En más de 50 años, desde el asesinato de Cómodo en 197, Septimio fue el único emperador que tuvo el raro honor de morir de muerte natural, corroído por la gota en el frente de Britannia. Campaña que sus hijos se apresuraron a celebrar, atribuyéndose triunfos inexistentes, para volver a Roma a luchar por el mismo cetro.



FORO


"No soy enteramente roca
Causa fénec madriguera
primer error del alba y de los pájaros
No soy enredadera
O escoplo o cáncer o apotegma
No doy alcance a la manera
de echar sobre mis brazos agua negra" Félix Blanco.

S. II. Timgad, Argelia.














Los agrimensores debieron sentirse felices el piedemonte sobre el que se decidió el emplazamiento de la antigua Thamughadi. Una suave inclinación hacia el norte en una planicie bien irrigada, con fáciles cultivos y buenas comunicaciones permitieron un trazado impecable, exactamente como los campamentos militares a los que imitaban los urbanistas romanos.
Es posible que sea Timgad la menos africana de las ciudades africanas. Luego, las ampliaciones de los S. III y IV desbordaron los límites y crecieron de forma más anárquica. Cuando Belisario conquistó África a los vándalos en el S. VI, dejó encargado al prefecto del pretorio y “magíster militum”, Solomon, la construcción de una serie de fortalezas que aseguraran la presencia de Bizancio en las antiguas provincias africanas.
El imperio duró, pues, hasta la llegada de los árabes, por lo menos de forma nominal, porque, como cuenta Procopio, “las exacciones de la administración bizantina fueron la causa esencial de la ruina de África”.



CAPITOLIO I


"Rueda la guerra su rodar armado" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

S. II. Timgad, Argelia.















El capitolio representó siempre la unidad del estado. En él se adoraba a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) como símbolo de la unidad política y religiosa frente a la dispersión de los dioses locales. Las dimensiones, 14 metros de altura las columnas, daban a este templo el aspecto de fortaleza que debió convertirse en emblema de la ciudad puesto que fue reconstruido por los emperadores Valente y Valentiniano, es decir, por emperadores ya cristianos. La ruina de Timgad se precipitó en el S. VI por obra de los ingenieros Solomon. La utilizaron como cantera para construir la fortaleza en la que, algo más al sur, se acantonaban las tropas de Bizancio.



DECAMANUS


"Llueve arena de un cielo de caníbal
sobre el pastizal de ruinas" José Eulogio Rodrigo Ruiz.

S. II. Timgad, Argelia.














En el año 46 d. C., Calígula asesinaba en Lyon a Ptolomeo y acababa con la ficción de los reinos númidas independientes. Desde Yugurtha, sólo Tacfarinas, antiguo soldado del ejército auxiliar, de origen bereber, organizó una revuelta permanente y trató de unir a las distintas tribus contra el enemigo común. No fue fácil reducirle y durante siete años los ejércitos regulares fracasaron. Dolabella consiguió sitiarle en Auzia, donde el rebelde fue sorprendido y muerto. Desde esa fecha, y tras la conquista del oeste norteafricano por Claudio, muy escasas noticias se tienen de la oposición bereber hasta la época de Severo Alejandro. Pero a partir de ese momento, en oleadas intermitentes, las noticias van en aumento, y el propio Solomon muere en enfrentamiento directo con los camelleros nómadas. Los imperios invasores siempre jugaron la carta de la desunión bereber explotando sus propias rencillas internas. La desaparición de Massinissa no fue cubierta jamás por una persona que quisiese o supiese imponer a los suyos una voluntad de estado capaz de crear un destino común.



VIA LAMBAESIS

"...lo verdaderamente execrable
De la vida que encerrábamos con piedra minuciosa
entre las gradas: aquello
que no lleva en su botín el enemigo
porque pesa
y hay rocas eminentes a lo largo del camino" Félix Blanco.


S. II. Timgad, Argelia.














La circulación en vehículos estaba prohibida a los particulares dentro de las ciudades. El desgaste que se observa en el empedrado de la vías es debido a los carros de abastecimiento o fiestas. Apenas es posible imaginar el perfil de las ciudades porque no se conserva ni una sola fachada a no ser en pinturas murales. Hay que conformarse, pues, con analizar las plantas. Se sabe que las habitaciones eran pequeñas y poco confortables. La vida era eminentemente pública y se procuraba dar una dimensión social a todos los gestos por íntimos que pudieran parecer. La comida se reglamentaba conforme a un orden preestablecido en el que todos eran capaces de reconocer el rol que a cada uno le tocaba jugar. En el interior de las casas patricias y adineradas se vivía en los vacíos centrales donde señor, clientela, amigos y familia utilizaban el espacio en relación directa con sus funciones. Una cortina bastaba para administrar el espacio interior.



PUERTA NORTE


"Tierra roja que ataja los excesos
Del campo de batalla" Félix Blanco.

S. II. Tiddis, Argelia.














El edil Memio Regato levantó esta puerta en una de las ciudades que menos deben al urbanismo romano. Es una acrópolis. Mejor sería decir una casbah, en la que se han descubierto habitaciones trogloditas de época neolítica. A pesar de su emplazamiento defensivo la ciudad parece haber sido más un santuario de diversos cultos, especialmente los relaciones con mitos telúricos o celestes, que una plaza estratégica. Un santuario de Mitra recogió a sus adoradores en una de las habitaciones trogloditas excavadas junto al tortuoso cardo que lleva desde la puerta hasta el foro.



GRADERÍO


"...una historia que juzga inconciliables
El vano de la puerta y la divina vigilia de la guardia" Félix Blanco.

Graderío. Teatro de Khemissa. Argelia.















La antigua Thubursicum Numidarum fue convertida por Trajano en municipio. El paisaje cereal sobre el que se asientan las ruinas deja todavía descubrir las huellas de las antiguas granjas que se repartían los veteranos. El teatro se conserva en muy buen estado. Tenía aforo para 3.000 espectadores. Junto al teatro, dos grandes piscinas sirvieron, tal vez, como criadero de peces. El pescado era un manjar muy apreciado en el interior de las mesetas númidas y los potentados se esforzaban por ofrecer a sus comensales todo cuanto pudiese servir para proclamar su condición. Los motivos decorativos de los mosaicos hacen con frecuencia alusión a temas marinos con profusión de peces y crustáceos.



GRADERÍO II


"Lo difícil no es llegar a creer
es más incómodo 
zafarse de la espera entre dos actos
poner la vista y la intención entre paréntesis" Félix Blanco.


Teatro de los antoninos. S. II. Djamila, Argelia.














Tras cruzar el arco de julio Crescenio en el foro nuevo, se llegaba al teatro sobre el wadi Betama. Tenía un aforo de 3.000 espectadores y la ciudad debió sobre pasar los 10.000. No ha llegado hasta nosotros ningún autor de teatro norteafricano, pero no se mantenían al margen de la producción literaria, de tal modo que algunos autores aseguran que en el S. III lo más latino que había en el Imperio era África. Apuleyo de Madauros es el autor más conocido, pero Frontón, Arnobio, Lactancio, Tertuliano, Cipriano y, por supuesto, Agustín, testimonian la actividad literaria e intelectual.



COLUMNAS PARTIDAS

"...mientras agoniza
sube por mis piernas el ocioso
amanecer del polen" Félix Blanco.


Fuente pública. Tiddis, Argelia.














Los tidditanos alcanzaron gran fama de comerciantes y quizá aprendieron de sus lejanos parientes fenicios el arte. La ciudad tenía uno de los más importantes centros de cerámica de Numidia, con dos barrios de alfareros cuya producción otros de sus paisanos se encargaban de poner el mercado imperial. Los motivos decorativos, siempre geométricos, aparecen en la alfarería kabil de nuestros días. Su destino, entre comerciante y religioso, parece haberla apartado de los avatares que sacudieron a la vecina Cirta. Se conservan noticias de Tiddis hasta bien entrada la época árabe.



FORO DE INVIERNO


Frente a mis ojos crece 
un foro saqueado" Félix Blanco.

Foro. Djamila, Argelia.














Septimio Severo se esforzó en dar un cambio de rumbo al Imperio que detuviese los síntomas de crisis que se habían hecho patentes. No pudo contener la Histonia y, a muchos, lo que vino tras él, les pareció una vulgar mascarada de lo que el Imperio había sido. Pero el Bajo Imperio “no parece tanto la historia de una decadencia como la de una marcha –y los intentos de detenerla - hacia soluciones más viables de la sociedad”. Era necesario un mayor equilibrio entre los poseedores y el inmenso proletariado agrícola al que la cultura urbana del Imperio había despreciado. La brutalidad e incompetencia de sus hijos debieron abrumar al emperador en sus días finales: “Todo lo fui y nada me bastó”.



CAPITOLIO DE NOCHE

"Per tranquilla alta ad sonantes umbras" José Eulogio Rodrigo Ruiz.


S. II. Thuburbu Majus, Túnez.














Fundada por Augusto, la ciudad alcanzó su esplendor en el S. II. Comenzada la colonización romana de África tras la destrucción de Cartago en el 146 a. C., la incorporación definitiva de Numidia se produjo como consecuencia de las guerras civiles de César y Pompeyo, en las que el rey Juba I, nieto de Massinissa, tomó paritido por este último. Derrotado por César en Tapso, Juba se suicidó con Petrio, general pompeyano, en combate singular. La reorganización de César dio como resultado el establecimiento de unos reyes dependientes de Roma ampliamente contestados en su propio país, como lo demostró la rebelión de Tacfarinas.



DESULTOR

"¡Cómo me premia el amor con su desdén!José Eulogio Rodrigo Ruiz.

Mosaico. S. II. Volúbilis, Marruecos.















Atleta, acróbata y vencedor. Su destreza era saltar del caballo y volver a montar a pleno galope. Su trofeo, un ánfora y una cinta. Es un motivo ornamental helenístico.



 Arturo Lorenzo. Birkhadem, Argelia, otoño de 1989